Una sentencia judicial pionera en Francia ha reconocido la hipersensibilidad a los campos electromagnéticos o electrosensibilidad e indemniza a una persona afectada. El síndrome aún no está “oficializado” por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La Justicia en este caso va más rápido que las autoridades sanitarias.
La contaminación electromagnética que despiden las tecnologías inalámbricas, sobre todo, está causando un problema que amenaza con convertirse en epidemia. La cuestión no es rechazar esas tecnologías. Ahora mismo os escribo desde una cafetería con un portáil conectado mediante Wifi. No, pero hay que ser conscientes de que estamos inmersos en una red invisible de ondas electromagnéticas que producen efectos en la salud de las personas.
La periodista que ha llevado su caso a los tribunales de Justicia en Francia vive aislada en las montañas de los Pirineos centrales, en una choza. Es clara la paradoja: la tecnología puntera está condenando a vivir como en la Edad Media a ni se sabe cuántas personas en todo el mundo (acaba de llamarme una persona para consultar con un abogado de nuestro Bufete Almodóvar & Jara por este tema).
Es el refugio -nos cuentan en LaVanguardia- que tuvo que agenciarse como remedio a su afección: el síndrome de hipersensibilidad a las ondas electromagnéticas, una enfermedad no reconocida oficialmente como tal por la Organización Mundial de la Salud y de la que en Francia se reclaman afectadas 70.000 personas”.
La sentencia le reconoce a la periodista una discapacidad y le atribuye un subsidio de 800 euros mensuales por tres años revisable con cargo a la Seguridad Social.
En cuanto salgo de este lugar -narra la afectada- tengo problemas del ritmo cardíaco, fuertes neuralgias, problemas de concentración y memoria (…) Quemé todos mis ahorros en tratamientos”.
Es la primera vez que en Francia se constatan “signos clínicos irrefutables” de esta patología no reconocida. Y es que los síntomas que enferman a estas personas, como es el caso, desaparecen cuando las causas son eliminadas.
En el país vecino están tomándose en serio el problema. El año pasado Francia aprobó un Proyecto de Ley para proteger a su población de las ondas electromagnéticas. En España se avanza en la denuncia y el pasado mes de junio tuvo lugar en Madrid un evento de alto nivel sobre el Síndrome de Eletrohipersensibilidad.
Gran noticia pues que se “abra el melón” judicial por fin. Que nunca tengamos que volver a lamentar muertes como la de Ángela que se suicidó por no poder aguantar más la convivencia en un entorno cargado de ondas.
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